Ciencias Sociales y Humanidades

MS-SH-54-AG El Precio del miedo

Educación de calidad
Ciudades y comunidades sostenibles
Paz, justicia e instituciones sólidas

Medio Superior (Preparatoria)

El atentado del 11 de septiembre de 2001 acercó el concepto de terrorismo a la vida cotidiana, antes visto como un fenómeno limitado principalmente al Medio Oriente. El terrorismo, entendido comúnmente como actos violentos contra civiles y derechos fundamentales, se convirtió en una preocupación global, especialmente en Estados Unidos, que implementó medidas estrictas de seguridad y aprobó la Ley Patriota para ampliar la vigilancia y detenciones preventivas. Sin embargo, estas respuestas también provocaron efectos sociales negativos, como la discriminación y crímenes de odio hacia personas con rasgos medio orientales, reflejando un racismo basado en estereotipos. Esta situación recuerda el internamiento de estadounidenses de origen japonés tras Pearl Harbor, evidenciando la vulnerabilidad de los derechos humanos en tiempos de crisis. El texto destaca que el terrorismo no solo es un problema de seguridad, sino un síntoma de desigualdad, exclusión y falta de inclusión social, cuyas raíces deben atacarse mediante políticas que combinen seguridad con justicia social. Para enfrentar este desafío, es esencial promover la comprensión, tolerancia y paz, evitando responder al terrorismo con más violencia y división, a fin de construir sociedades inclusivas y respetuosas de la dignidad humana.

Este estudio se centra en los efectos sociales del atentado, particularmente en la pérdida de libertades de los ciudadanos estadounidenses y el aumento de la discriminación y crímenes de odio contra personas con rasgos medio orientales. Tras el ataque, la seguridad se convirtió en una obsesión nacional, reflejada en leyes y medidas de vigilancia ampliadas. Además, se profundizó un fenómeno de prejuicio racial y estigmatización hacia los musulmanes y personas asociadas al Medio Oriente, similar a episodios históricos de discriminación como el internamiento de japoneses estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Se concluye que el terrorismo es tanto un problema de seguridad como un síntoma de desigualdades estructurales, por lo que su combate efectivo requiere políticas que integren seguridad con inclusión social, educación, protección de derechos y fortalecimiento institucional para construir una sociedad justa y tolerante.

El atentado a las Torres Gemelas del 2001 está estrechamente relacionado con el concepto terrorismo a la vida de muchas personas, ya que era un tema  reservado principalmente a las zonas del Medio Oriente con ataques esporádicos y de poco impacto en diferentes países.

Antes de introducirnos en temas más complejos, debemos darle una definición al concepto terrorismo. A lo largo de la historia, se le han dado variados significados con diferentes perspectivas, una gran parte concuerdan en que son actos de violencia en contra de la libertad, propiedad privada y seguridad de civiles inocentes, aunque por otro lado, tenemos el punto de vista de Norberto Bobbio  (2007) el cual recalca que estos atentados son el único camino que encuentran aquellos que están en contra del sistema global.

La justificación del estudio del escrito radica en la necesidad de comprender cómo el atentado a las Torres Gemelas en 2001 acercó el concepto de terrorismo a la vida cotidiana, transformándolo de un tema reservado a ciertas regiones del Medio Oriente a una preocupación global. Este evento no sólo tuvo impactos visibles en vidas y materiales, sino también profundas consecuencias sociales, como la pérdida de libertades civiles, la intensificación de medidas de seguridad y la multiplicación de la discriminación y crímenes de odio hacia personas con rasgos medio orientales. La justificación también enfatiza que el terrorismo no es sólo un problema de seguridad, sino un síntoma de problemas estructurales como la desigualdad y exclusión sociales, lo que requiere un abordaje integral que combine seguridad con inclusión social y respeto a los derechos humanos. Así, el estudio busca plantear una reflexión crítica sobre las respuestas sociales y estatales al terrorismo y la importancia de construir sociedades más justas e inclusivas para evitar el círculo de violencia y exclusión que alimenta el propio terrorismo.

El planteamiento del problema en el texto es cómo, tras el atentado a las Torres Gemelas en 2001, el concepto de terrorismo se volvió parte central de la agenda global, generando una obsesión por la seguridad que impactó profundamente en las libertades civiles y la cohesión social, especialmente en Estados Unidos. Este fenómeno provocó la implementación de medidas de vigilancia estrictas y la aprobación de leyes como la Ley Patriota, que permitieron la violación de derechos, además de desencadenar una ola de racismo, discriminación y crímenes de odio contra musulmanes y personas con rasgos medio orientales. El problema subyacente también está vinculado con déficits estructurales como la desigualdad social, la exclusión y la falta de inclusión educativa y institucional, que no solo alimentan el terrorismo sino que son además profundizados por las respuestas represivas del Estado. Así, se plantea la necesidad de replantear la lucha contra el terrorismo más allá de la seguridad, hacia políticas integrales que aborden las causas sociales y promuevan sociedades justas e inclusivas.

El miedo posterior a un atentado genera racismo y represión, debilitando la cohesión social.

Analizar cómo el terrorismo, además de destruir vidas, provoca discriminación y odio hacia comunidades inocentes.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con el texto son principalmente:

  • ODS 16: Paz, justicia e instituciones sólidas: Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, garantizar el acceso a la justicia para todos y construir instituciones eficaces, responsables e inclusivas. Este objetivo aborda la reducción de la violencia, el combate al terrorismo, la protección de los derechos humanos, y la lucha contra la discriminación y la exclusión social que se destacan en el texto como esenciales para romper el ciclo de violencia y marginalización asociado al terrorismo y sus efectos sociales.

  • Además, como complemento, el ODS 4: Educación de calidad y el ODS 10: Reducción de las desigualdades están implícitos en la necesidad de una educación inclusiva, reducción de exclusiones sociales y fortalecimiento institucional para prevenir la radicalización y construir sociedades justas.

Este enfoque integral refleja que la seguridad y la paz no solo se logran con medidas de control, sino con inclusión social, educación, igualdad y respeto a los derechos fundamentales, aspectos clave para atender las raíces del terrorismo y sus consecuencias sociales negativas expuestas en el texto

Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el terrorismo se convirtió en una preocupación dominante en la agenda global, lo que llevó a una obsesión por la seguridad en muchos países, especialmente en Estados Unidos. Esta preocupación se manifestó en la implementación de medidas de seguridad más estrictas en aeropuertos, fronteras, otros puntos de acceso, así como en la expansión de la vigilancia y el monitoreo de las comunicaciones electrónicas, las cuales son medidas razonables para evitar este tipo de actos.

Con esta serie de cambios también llegó la aprobación de la Ley Patriota en octubre de 2001, ésta otorgó al gobierno mayores poderes de vigilancia, incluida la autorización para interceptar comunicaciones electrónicas y acceder a registros financieros de negocios sin una orden judicial individualizada. Aparte de esto, también permite la detención preventiva de personas sospechosas de terrorismo, incluso sin cargos formales ni acceso a un juicio justo.

Otro efecto derivado de este evento fue un impacto profundo en la sociedad estadounidense, generando una ola de prejuicios y discriminación hacia los musulmanes. Además del aumento dramático en los crímenes de odio contra esta comunidad, se observó una rápida propagación de estereotipos y una demonización generalizada no sólo de los seguidores del Islam englobando a cualquier persona asociada al Medio Oriente; se manifestó un claro racismo, en el marco de los rasgos faciales de una persona morena.

Estos prejuicios se observaron en diversas formas, desde el acoso en la calle hasta la discriminación en el lugar de trabajo e incluso políticas gubernamentales que estigmatizaban a los musulmanes y los asociaban erróneamente con el terrorismo, lo cual se plasmó en estadísticas del FBI,  las cuales muestran que en los meses que siguieron al atentado contra las Torres Gemelas, los crímenes de odio contra musulmanes se dispararon en Estados Unidos de 28 en el año 2000 a 481 en 2001. Una encuesta del Pew Research Center encontró que el 52% de los estadounidenses cree que el islam es más propenso a la violencia que otras religiones. (Bermúdez,2021).

Ahora que conocemos esto, ¿Sabríamos contestar una simple e importante pregunta? ¿Por qué? Cuáles fueron las motivaciones para cometer tales actos de crueldad en contra de personas, por el simple hecho de cómo se ve su rostro. Ya que la discriminación no sólo se limita a las personas que son musulmanas o que practican el islam, éste fenómeno incluye tanto a los migrantes del Medio Oriente como a personas con sus rasgos y a migrantes de segunda generación, aunque son ciudadanos estadunidenses no gozan de los mismos derechos.

Esta situación tiene precedentes históricos, después del ataque a Pearl Harbor por parte de Japón, las olas de pánico y paranoia se extendieron por todo Estados Unidos. En medio del caos y la confusión, el gobierno estadounidense tomó una decisión que cambiaría para siempre la vida de miles de personas inocentes. El miedo, pánico y enojo fue mal dirigido a la comunidad japonesa. En 1942, el presidente Franklin D. Roosevelt reubicó a miles de personas asiáticas repartidas en 10 campos de concentración, donde se les mantuvo en pésimas condiciones y en contra de su voluntad, violando uno a uno sus derechos comenzando por la libertad.

Para la sociedad estadounidense en su conjunto, el internamiento planteó preguntas incómodas sobre los valores democráticos y los derechos humanos en tiempos de crisis. También puso de relieve los peligros del prejuicio racial y la estigmatización de las minorías étnicas.

 

El proceso metodológico del escrito se basa en un enfoque analítico y reflexivo que parte de un hecho concreto (el atentado a las Torres Gemelas en 2001) como punto de partida para explorar y delimitar el concepto de terrorismo desde distintas perspectivas, incluyendo definiciones históricas y filosóficas. Posteriormente, se realiza un análisis centrado en los efectos sociales inmediatos y a largo plazo del atentado, especialmente en sociedades como la estadounidense, enfatizando la pérdida de libertades civiles, el aumento de la vigilancia y la discriminación hacia grupos específicos.

Esta doble herida la de las víctimas del atentado y la de los señalados por error revela que el terrorismo no es únicamente un problema de seguridad sino también el síntoma de déficits estructurales: desigualdad, exclusión social, falta de educación inclusiva y debilidad institucional. De hecho, esas mismas carencias de derechos son las que en muchos casos motivan la radicalización y alimentan el terrorismo pues generan resentimiento, marginación y la percepción de que no existen vías legitimas para ser escuchados.

En contextos donde faltan oportunidades y justicia las redes de violencia encuentran terreno fértil paradójicamente las respuestas centradas solo en el control y la represión tienden a profundizar esas mismas condiciones: marginan a comunidades enteras, alimentan resentimientos y dificultan la prevención a largo plazo.

Por eso es imprescindible entender el terrorismo como un obstáculo y como una llamada de atención hacia el cumplimiento del ODS 16: el terrorismo frena la paz y el desarrollo, pero su persistencia evidencia que no se han construido sociedades justas e inclusivas. Romper ese círculo exige políticas que combinen seguridad legítima con medidas de inclusión social —educación, reducción de desigualdades, protección de derechos y fortalecimiento institucional— para no solo contener la amenaza sino atacar sus raíces y restaurar la confianza de las comunidades afectadas.

En última instancia, debemos aprender de los errores del pasado y comprometernos a construir un futuro más inclusivo y compasivo. Como dijo Martin Luther King Jr.,(1967) “El odio engendra odio; la violencia engendra violencia; la guerra engendra guerra.” Debemos resistir la tentación de responder al terrorismo con más violencia y división, y en su lugar, trabajar juntos para promover la comprensión, la tolerancia y la paz. Solo así podremos enfrentar los desafíos de estos actos y construir un mundo donde todas las personas sean tratadas con dignidad y respeto, sin importar su origen étnico, religión o nacionalidad.

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